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Con el Maestro Jack Kornfield
en Spirit Rock.

Meditación Vipassana

Historia y definición
Hace más de dos mil quinientos años, el Buda enseñó a sus seguidores, en la India, un método práctico para despertar la conciencia a través de la auto-observación. Esta técnica fue expuesta por el Buda por primera vez en su Discurso sobre los fundamentos de la atención plena, que ha sido preservado como el Satipatthana Sutta.

Durante los años 60's, aquellos occidentales que habían estado estudiando con maestros orientales de las tradiciones Vipassana, Zen, o Sufí, empezaron a adaptar formas de estas prácticas tradicionales a las necesidades de su propio hemisferio. Aún cuando algunos de los que practicaron técnicas de meditación se convirtieron al budismo o hinduismo, otros incorporaron dichas técnicas a sus propias tradiciones cristianas o judías. Muchos occidentales, aún aquellos sin afiliación religiosa, sienten la creciente necesidad de balancear el ruido y la rapidez de la vida moderna con periodos de reflexión.

De forma pragmática, la meditación es conocida por su poder de mejorar la salud física y mental, y por su ayuda psicoterapéutica. Además de favorecer la ecuanimidad, la práctica meditativa puede ayudar a desarrollar la compasión, al igual que la conciencia de los procesos mentales. El maestro de meditación de Ginger, Jack Kornfield, quien es tanto psicoterapeuta como maestro de meditación, sugiere que una hábil mezcla de psicoterapia y meditación puede ser más efectiva que cualquiera de éstas por sí misma. En su libro Un sendero con corazón (1993), afirma que: “la mejor terapia [...] usa la toma de conciencia para sanar al corazón”.

La práctica de la meditación se divide en dos aspectos principales: concentración y conciencia, conocida también como Vipassana. Durante la meditación de concentración, los practicantes focalizan, fijamente, su atención en algún objeto particular, como la respiración, un mantra, o la flama de una vela.

Durante la práctica de Vipassana, los meditadores se sientan quietos, con los ojos totalmente cerrados, o medio cerrados con la mirada hacia abajo, y toman nota de las sensaciones corporales, los pensamientos, percepciones, y emociones que vayan surgiendo de momento a momento. La práctica de Vipassana implica la atención fluída hacia aquello que está ocurriendo en el momento, tanto interna como externamente, sin tratar de cambiarlo, juzgarlo, o analizarlo. El practicante intenta observar, con conciencia, cualquier cosa que suceda, sin aferrarse o evitar ningún estímulo o experiencia en particular. Al no identificarse con los estímulos, los meditadores pueden liberarse de sus respuestas habituales y abrirse a nuevas formas de percibir sus experiencias. Los practicantes aprenden a confiar en su propio sentido interior de la verdad. El meditador dedicado aprende a aceptar formas crecientemente flexibles y paradójicas acerca de su auto-concepto, con menor necesidad de estar a la defensiva en sus interacciones cotidianas.

Para apoyar su práctica, los meditadores se refugian en los tres “tesoros”, conocidos en el antiguo lenguaje Sánscrito de la India como el Buda, el dharma y el sangha. El Buda se refiere no sólo a la figura histórica iluminada, sino también a la naturaleza divina que reside dentro de cada ser humano, y que nos brinda la posibilidad de despertar hacia un nivel más elevado de conciencia. El dharma se refiere a las enseñanzas del Buda y de otros maestros espirituales a lo largo de la historia, así como a la verdad que nos guía cuando nos sintonizamos con nuestro más profundo nivel intuitivo de conocimiento. El sangha se refiere a la comunidad de compañeros de práctica meditativa, que se apoyan entre sí, con su práctica y dedicación.






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